Entre el 14 y el 16 de marzo -los dos días que mediaron entre la comunicación y el comienzo efectivo del estado de alarma-, la actividad en los centros educativos fue frenética. Era necesario prepararse para, en las dos semanas siguientes, mantener la actividad lectiva sin pisar los centros. Después, como es sabido, fueron bastantes más de quince días.
“La primera sensación fue de agobio” dice María del Cristo Álvarez, profesora de 2º de ESO y jefa de estudios en un instituto de Tenerife y graduada en la 2ª edición del máster. “No sólo había que mantener la actividad lectiva y asegurar que los alumnos la seguían, sino celebrar, además, por videoconferencia las reuniones de evaluación ya que estábamos prácticamente al final del segundo trimestre”.
Esa sensación fue generalizada; en centros públicos y concertados; en la enseñanza secundaria y el bachillerato; en la universidad.
Para Pablo García-Sánchez, profesor de Fisioterapia en dos universidades privadas de Madrid, y graduado en la edición 2017/18 del máster, la primera parte del estado de alarma estuvo marcada por los problemas tecnológicos y organizativos. “Con un ordenador que fallaba, con la dificultad de compaginar grupos de alumnos de universidades distintas, trabajando en otro idioma (pues parte de las clases eran en inglés) y todo eso tratando de conciliarlo con mi faceta de padre de dos niños pequeños”, cuenta. “Pero una vez solucionados esos problemas, el estrés se redujo tanto para mis alumnos como para mí”.
Hubo, incluso, para quien el cambio fue aún más radical. Ese fue el caso de Jesús Morate, educador en el Museo Lázaro Galdiano y estudiante de la actual edición de Laboratorios de la Nueva Educación: “El cierre del museo significó la desaparición de nuestras actividades habituales: las visitas de colegios y grupos, los cursos y debates, y esto nos obligó a diseñar nuevas actividades online. Y así hasta hemos recuperado nuestras tertulias “Arte con té” y hemos participado en mayo en la Museum Week con museos de otros cien países”.
Mercedes Rodrigo, especialista en temas educativos municipales en Alcobendas y graduada en la segunda edición del máster, también comenzó una actividad diferente con motivo de la epidemia, participando en la creación de la Plataforma Ciudadana San Sebastián de los Reyes-Alcobendas, orientada a la solución de los problemas -incluidos los educativos- de los colectivos más vulnerables. Una actividad que hubo de compaginar con el proyecto “Si inspiras, cambias” de encuentros de grupos con especialistas en psicología, fisioterapia, expresión corporal, desarrollo personal y que asimismo se necesitó migrar del ámbito presencial al virtual.